Para una mujer ser mamá es una experiencia única y maravillosa que también trae dudas, inquietudes y grandes responsabilidades. Es un sueño que la mayoría de las mujeres desean cumplir en algún momento de su vida. Y es que ser madre es un esfuerzo que siempre merece la pena vivir.

Tal vez esa sea la razón por la cual desde el año 2016 se decretó en México el 9 de mayo como el Día Nacional de la Salud Materna, con el objetivo de crear conciencia en ese país y en el mundo de la importancia que tiene el cuidado de la salud y la prevención de enfermedades durante el embarazo y el parto.

La salud materno infantil consiste en atender con calidad los requerimientos de la madre y el hijo, diagnosticando y tratando correctamente todos los problemas que se presenten durante el embarazo y después de este, pues cada etapa debe ser una experiencia positiva que asegure la salud y bienestar de la madre y su bebé.

Si bien en los últimos años se han realizado importantes progresos en la salud materno infantil, la Organización Mundial de la Salud calcula que aproximadamente 295 mil mujeres mueren al año en el mundo por complicaciones del embarazo y el parto.

Ese número es inaceptablemente elevado, sin embargo, esa cifra se puede disminuir y esas muertes se pueden prevenir mediante un sistema de salud oportuno y capacitado.

Las causas directas más comunes de complicaciones y muertes maternas se presentan en tres etapas: antes, durante y después del parto. Ellas son la pérdida excesiva de sangre, infecciones, alta tensión arterial, abortos peligrosos y partos obstruidos, así como la anemia, el paludismo y la cardiopatía coronaria.

Cada embarazo y cada parto son únicos. Para asegurar que todas las mujeres puedan acceder a una atención de salud materna eficiente y de alta calidad es fundamental superar las desigualdades que influyen en los resultados de salud, en particular en los relativos a la salud sexual y reproductiva y los derechos equivalentes, así como a las cuestiones de género.

Es por esto por lo que la salud materna se ha convertido en un asunto prioritario de salud pública a nivel internacional. La salud de las mujeres en embarazo es importante para el progreso de un país y la disminución de la mortalidad materna es un indicador importante de desarrollo social.

Si una mujer busca quedar embarazada o simplemente lo desea, es esencial comenzar a planificar y comenzar a tomar algunas medidas, a fin de aumentar las probabilidades de tener un bebé completamente sano.

Antes de que una mujer se embarace, es recomendable acudir al médico para que éste realice una evaluación de los antecedentes familiares y esté enterado de la existencia de cualquier enfermedad o padecimiento que pudiera afectar el futuro embarazo.

Existen cuidados y consultas de control prenatal para asegurar el bienestar de las madres y sus bebés. Se recomienda que toda mujer embarazada asista a consultas médicas de manera periódica con el objetivo de prevenir enfermedades e identificar factores de riesgo, tanto para el bebé como para la madre. Dicho control debe ser completo y de calidad, así como de manera temprana y constante.

En promedio, una mujer embarazada debe realizarse entre cuatro a ocho controles prenatales durante este proceso, es decir aproximadamente en las semanas 12, 20, 26, 30, 34, 36 y 40. Los controles prenatales frecuentes disminuirán las probabilidades de que se registre una muerte prenatal.

Es muy importante acudir desde el primer trimestre del embarazo a las citas de control prenatal y por lo menos una vez al mes, eso con el fin de tener un seguimiento periódico enfocado en la prevención, detección y control de riesgos.

Durante el embarazo se recomienda que las mujeres se realicen un examen general de orina y un urocultivo, que es un examen de laboratorio para analizar si hay bacterias u otros microbios en una muestra de orina, de esta manera se puede detectar si existe algún tipo de infección de vías urinarias, ya que estas son de las principales causas de aborto y parto prematuro.

La alimentación saludable durante el embarazo es indispensable para el correcto desarrollo del bebé, por lo que se recomienda evitar el consumo de alimentos chatarra, altos en contenido calórico, grasas saturadas, sodio y azúcares. De igual manera, se sugiere el consumo de ácido fólico como un suplemento adicional para prevenir posibles defectos al nacimiento.

Es fundamental evitar la exposición y consumo de sustancias nocivas como el tabaco, el alcohol y todo tipo de drogas, debido a que pueden afectar el normal desarrollo del bebé.

Por la salud de la madre y su hijo, es importante mantener una buena higiene personal, practicar actividad física de manera moderada y asegurar una buena hidratación.

Durante el embarazo y parto ocurren diversos cambios en el cuerpo de la mujer, algunos son normales; sin embargo, existen otros cambios que pueden ser señales de alarma y hace que sea necesaria una revisión médica inmediata.

Si se detecta sangrado vaginal abundante, ataques o convulsiones, que el bebé deja de moverse, calentura o escalofríos, dolor de cabeza, percibir destellos, chispas o relámpagos de luz, presentar zumbidos en los oídos, mareos, desmayos o hinchazón de la cara, pies o alguna otra parte del cuerpo, es necesario acudir al médico de inmediato.

Después del parto se pueden presentar complicaciones graves como la hemorragia posparto, preeclampsia (es la presión arterial alta y signos de daño hepático o renal que ocurren en las mujeres después de la semana 20 de embarazo), eclampsia (es el comienzo de convulsiones o coma en una mujer embarazada con preeclampsia) y sepsis (es una complicación que tiene lugar cuando el organismo produce una respuesta inmunitaria desbalanceada o anómala frente a una infección), por lo que es recomendable vigilar el volumen del sangrado vaginal en las primeras horas posparto, así como los niveles de presión arterial y temperatura para evitar cualquier complicación.

Si el parto fue por cesárea y la herida se pone roja o se hincha, la madre debe acudir a revisión médica de inmediato.

La atención y cuidados antes, durante y después del parto puede salvar la vida de las mujeres y los recién nacidos. Por eso, después del parto, se recomienda que toda mujer lleve a cabo los siguientes cuidados:

Descansar por lo menos 6 horas al día, realizar actividad física ligera, como caminar, ingerir tres comidas al día y tomar líquido de manera abundante, revisar el sangrado vaginal y mantener la higiene en la zona íntima, no tener relaciones sexuales y evitar subir escaleras y levantar peso, entre otras.

Por eso, siempre queda la esperanza de que, si una madre está sana, seguramente tendrá un bebé sano.

 

Juan Guillermo Londoño Berrío

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