En la Prehistoria las mujeres se dedicaban a la caza, la pesca y la recolección de frutos. Después fueron maestras, curanderas y sacerdotisas. Pero durante muchos años fueron marginadas y se desempeñaban en trabajos menores y su dedicación fue casi exclusiva como madre y esposa.

En Colombia, por ejemplo, durante el periodo colonial, las mujeres fueron relegadas a ser amas de casa en una sociedad dominada por hombres, sólo una mujer logró romper esas cadenas y fue Policarpa Salavarrieta, quien con tan sólo 15 años, durante la independencia de Colombia se alzó en contra del poder y la tiranía española y recibía y mandaba mensajes, compraba material de guerra, convencía individualmente a jóvenes y les ayudaba a adherirse a los grupos patriotas para luchar por la independencia. Por esa razón fue condenada y fusilada el 14 de noviembre de 1817 por traición a la patria, cuando sólo tenía 22 años de edad.

A lo largo de los años, las mujeres estuvieron relegadas a las labores del hogar bajo el yugo machista. Durante mucho tiempo, el género femenino no podía decidir a qué oficio podía dedicarse o, siquiera, acceder a la educación superior. De hecho, las opciones se limitaban al matrimonio o a la vida religiosa.

Las colombianas sólo pudieron ingresar a la secundaria y la universidad en 1933. En Medellín, por ejemplo, sólo hasta 1947 se pudo graduar la primera mujer como médica de la Facultad de Medicina de la Universidad de Antioquia. Se llamaba Clara Glottman, era de origen rumano y había emigrado al país con su familia a causa de la segunda guerra mundial. Hasta ese año ya 486 hombres habían obtenido el título de médicos y cirujanos de la U de A.

Por aquella época comenzaron a aparecer las grandes empresas textileras de Antioquia, entre ellas Coltejer en Medellín (1907), Fabricato en Bello (1923) y Rosellón en Envigado (1911). Estas empresas sólo contrataban mujeres jóvenes, y solteras, porque eran sumisas y fáciles de adoctrinar.

Una de estas empresas, llamada Compañía Antioqueña de Hilados y Tejidos de Bello, creada en 1902, contrataba niñas entre los 12 y 13 años, a las cuáles obligaban a trabajar durante 10 horas diarias y descalzas, por lo que muchas se enfermaban. En esta empresa también eran acosadas sexualmente por los capataces de la fábrica y muchas de ellas eran multadas por distraerse, perder el tiempo o no aceptar los acosos a los que eran sometidas.

A raíz de todas estas injusticias, las 400 valerosas obreras que trabajaban en la planta hicieron la primera huelga que se producía en Colombia y era también la primera y la única que se ha hecho por sólo mujeres. Con la huelga, paralizaron la empresa durante 21 días exigiendo un aumento salarial del 40%, mejores condiciones de higiene, una jornada laboral menos extensa, permiso para ir con zapatos a la fábrica y la regulación del sistema de multas.

Esta empresa no permitía que las mujeres solteras se casaran o tuvieran hijos, y si alguna lo hacía, era despedida o tenía que renunciar a su trabajo. Por esa razón, no contrataban mujeres casadas ni viudas.

La moral cristiana y la estricta educación que recibieron las mujeres de esa época las amarró a la devoción de su esposo y de sus hijos, a la cocina y a las labores hogareñas. Esa era la norma de la época. Pero la gran emancipación de la mujer colombiana se dio en el año de 1953, cuando fue aprobado el voto para las mujeres, algo que sólo era exclusivo para los hombres.

A partir de ese momento las mujeres colombianas comienzan a tener un cambio drástico en sus vidas, no sólo podían votar, sino que eso las motivó a salir de sus casas a trabajar y demostrar que tenían los mismos derechos que los hombres, muy a pesar de que había una especie de norma que prohibía a las mujeres casarse, andar en compañía de hombres, debían estar en su casa entre las 8:00 de la noche y las 6:00 de la mañana, no podían pasearse por heladerías del centro de la ciudad, ni fumar cigarrillos, no podían beber cerveza, vino ni whisky, no les era permitido viajar en automóvil con un hombre, excepto si era un hermano o su padre, no podían vestir ropas de colores brillantes, ni teñirse el pelo, y debían usar al menos 2 enaguas y no podían usar polvos faciales, ni maquillarse ni pintarse los labios.

Aunque históricamente las mujeres siempre han participado menos en el mercado laboral, en la actualidad la situación ha cambiado mucho. Hoy en día las mujeres están en todas las esferas del mundo laboral, pues según datos de empleo en el país, más del 50% de los trabajadores en ocupaciones relacionadas con labores administrativas y de oficina, trabajos de servicios y ventas, así como en la industria, corresponde a mujeres.

Ahora se desempeñan en profesiones que antes eran exclusivamente masculinas, como abogadas, ingenieras, médicas, periodistas, economistas y un sinnúmero de profesiones y actividades.

Según cifras recientes del DANE, El 42% de la población económicamente activa en Colombia son mujeres y de los 22 millones de personas activas laboralmente y ocupadas en el país, el 41% son mujeres. De las mujeres ocupadas en Colombia, el 60% lo está en la informalidad y la mayoría de las que no tienen un empleo formal, es decir el 59%, se dedican a oficios del hogar como actividad principal.

Sin embargo, el mayor problema del trabajo femenino en Colombia es que ellas ganan mucho menos que los hombres, pues estudios realizados por la Facultad de Economía de la Universidad Icesi de Cali evidencian que las mujeres llegan a ganar desde un 25% hasta un 33% menos que los hombres.

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