Redactado por un cliente de #AileenMar

Escribo este relato aprovechando el tiempo disponible, donde la mente se inundó de fantasías.

Son las cinco de la mañana. El cielo era gris, apenas se me abrían los ojos, debía salir urgente para panamá, mi esposa había dejado todo listo para mi viaje. Me hubiese gustado haber tenido sexo desenfrenado toda la noche, pero como siempre ella tenía la misma pijama que tanto odio, nada atractiva. El timbre del citófono me aturdió, era de la portería que había llegado el transporte. El vuelo salía a las 10: 00 am, con escala por Bogotá.

Todo transcurrió a la carrera, el tráfico era sofocante, cuando llegué a Rionegro el frio era intenso. Hice los tramites y en la fila, había una chica alta, tenía una altura por ahí de 1.75 cm, de unos 23 años de edad, solo miraba su iPod, era intensamente seria, solo estaba pendiente de sus escritos. La fila era lenta, no llevaba equipaje, solo un maletín ejecutivo y yo seguía detrás de ella.

Alcance a ver sus manos, tenía unos dedos largos, las uñas eran de color rojo granate y largas, apenas se sentía un olor a café recién preparado de la cafetería del segundo piso. Detrás de mí había una señora que no hacía sino regañar a su hijo menor, pues llevaba un juguete que cuando lo oprimía aturdía a todo el aeropuerto. Volviendo a la chica, ella permanecía inmóvil, su figura era encantadora, no sabía cómo abordarla para hablarle de cualquier cosa. Solo dejaba ver su parte posterior, me detuve en mirar sus botas, eran de color café oscuras, finamente ajustada a su jean, donde dejaba ver la marca de su correa la cual era de cuero negra y gruesa.

Me acerque más a ella en la fila y el aroma que ella desprendida me envolvió, con solo sentir ese fino aroma, sentí que mis dedos crujieron de ganas de tocar esa escultura, apenas miraba sus esplendidas nalgas forradas con el jean, que le apretaban la correa. En todas esas, la fila no avanzaba, ya me estaba sintiendo inestable con tantas sensaciones juntas y lo peor, aquella chica permanecía inmóvil sin denotar el más mínimo signo de ansiedad.

En ese momento la empleada del counter, con una voz grotesca dijo; siguiente. Oh sorpresa, aquella chica, comenzó a caminar de forma elegante y profesional. Apenas sentía los pasos pues lo tacones que llevaba puestos eran altos, pude ver como esa chica era toda una reina. Nada que le podía ver la cara, solo su estilo elegante y forma de caminar, me prendió aquel fuego interior del deseo de poderle hablar algo.

No sabía qué hacer para encontrar un pretexto y hablarle algo, la verdad llevaba mucho tiempo de casado y no era mi prioridad convertirme en un “casanova”. Más bien respiré, traté de pensar en otra cosa, y me acorde de las prácticas de yoga, donde la respiración consciente se convierte en aliada en momentos difíciles, para mi este estado se convirtió en un martirio. Solo me vino a la mente los ejercicios de respiración, como en la última clase, mi compañera del lado era una mujer de 30 años, la cual tenía una flexibilidad absoluta y firme.

Yo ya estaba colapsando, no sabía si mirar la chica del counter o pensar en la clase de Yoga. Mi mente me traicionaba, no era capaz de controlarla, pensaba solo en esas dos chicas pero no podía cambiar de escenarios. En ese momento mi celular interrumpió con un pitido, aquel momento de complejidad en que estaba sumido y el timbre fue el motivante para que aquella chica volteara a mirarme. Tenía unos ojos color café claro, las cejas eran finamente conservadas, su cara era blanca y su cumbamba hacia juego con los hoyuelos de sus cachetes, los labios eran delgados y moldeados acompañados de un color rojo granate.

En menos de 15 segundos, pude apreciar su atractivo y perfecto rostro, no pude dejar de mirar hacia abajo, cuando veo una camisa verde clara que proyectaba en mi mente la imagen de unos senos cautivadores y soñadores, pues pude apreciar que no tenía brasier. Toda esa escena me transporto a un estado profundo meditativo, donde el subconsciente me ordenaba “dile cualquier cosa” ¡hablale!, pero no, quede impávido, y solo esperé que algo pasara.

Me paralicé. Por fortuna, pude escuchar el nombre de ella cuando en el counter la llamaron por su nombre. En menos de cinco minutos, había sido víctima de 3 sucesos que nunca me imaginé que me iba a enfrentar con esta chica, pues al escuchar su nombre, me tambaleo todo mi sistema linfático. La piel se me erizó por completo, aquel nombre Aileen, me recordaba una nadadora irlandés, quien gano 3 medallas olímpicas, se caracterizaba por ser una mujer soñadora, intuitiva, apasionada y que disfrutaba de su independencia, siempre probando cosas nuevas.

Yo pensé “agua que no has de beber déjala correr” y me dirigí hacia mi asiento asignado en primera clase. Estaba con unas revistas usadas mirando la publicidad, eventualmente miraba los pasajeros que pasaban por el pasillo, miraba el reloj, la azafata me ofreció un Whisky sello negro, me coloqué audífonos y al rato, aquella chica llamada Aileen, resulta que tenía el puesto asignado a mi derecha, con una voz fuerte pero melodiosa me dijo “disculpa” y se sentó a mi lado.  El confort era abrumador, yo me sonrojé y deje que se acomodara.

Todo trascurría normal, el vuelo comenzó, los motores se escuchaban en su máxima potencia, una vez a 13.000 pies de altura, la luz fue tenue, la aeromoza ofreció mantas, la TV se encendió, cada uno con lo suyo, la temperatura era muy fría. Aileen, solo tomaba agua y cerró sus ojos. Al cabo del tiempo, un bajón de presión se sintió y estremeció a todos los pasajeros creando un pánico colectivo.

Nos miramos profundamente y vi como su pupila se dilato de deseo, sentí como sus largas manos se aferraron a mi pierna izquierda, mientras la nave seguía precipitándose a una velocidad incalculable, cada vez más, mi pierna era poseída por aquella chica, encendiendo mi motor interno, esto duro algo así como unos 20 segundos, una vez normalizada la situación, ella continuaba sin quitar su mano de mi pierna, con mi manta cubrí ambos cuerpos y deje mi mano firme sobre la pierna de aquella chica. Su cara se iluminó, nos miramos fijamente y sentí como sus piernas se abrían cómodamente, palpe todo aquel escultural cuerpo bajo la manta, sentía como la energía me pasaba del ombligo hacia abajo y viceversa.

Sentía un enorme flujo energético que subía y bajaba de mis chakras, Aileen nunca cerraba sus ojos, antes por el contrario, eran cada vez más grande y podía mirar a través de ellos todo su canal energético hasta llegar a su alma. Ambos nos sentíamos muy cómodos y confortables, yo me encontré con la correa ceñida que antes había visto en el aeropuerto, ahora las tenía en mis manos y con un suave movimiento de ella, pude introducirla bajo su ropa. No lo podía creer no llevaba panties, solo su jean pegado. La otra mano de Aileen, estuvo juguetona tratando de encontrar como bajar mi cierre y darle salida a mi pene, el cual había crecido significativamente y con una dureza incontrolable.

Esta situación era de película, en el interior de las sillas había crema de manos. Ella me susurro al oído y me dijo; espera, déjame te hago algo que nunca has sentido, y con su dedo medio comenzó a palpar toda la zona perineal, jugueteando con mi ano y base de los testículos, esto provocó una convulsión de mi energía sexual, su otra mano seguía atrapada en mi otra pierna.

Sentía como mis dedos trataban de ocultar su estrecha abertura sin poder introducirlos pues todo era muy estrecho, ella aprovechó para introducir su dedo lubricado en mi interior, sus ojos eran más brillantes y su cara se iluminó, la otra mano cubría todo mi pene, su mirada era muy tierna y la seriedad era abrumadora, mi pene ya era un árbol gigante, pidiendo a gritos expulsar toda la energía condensada, fue como una represa que atraviesa las cerraduras de contención.

Cariñosamente después de un rato, me dijo Aileen sonriendo; toma tu jabón y ve a la ducha. “estuve en una sesión de masaje con aquella chica sensacional, llamada Aileen. “y el vuelo a panamá fue un sueño en aquel masaje. Esta fue la silla Indeleble. FIN.

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