Hablamos de disfunción sexual cuando se tienen dificultades para tener o disfrutar del sexo. A las disfunciones sexuales a veces se les llama también trastornos sexuales. El sexo puede ser una parte muy importante de la salud y calidad de vida de las personas, por eso tener disfunciones sexuales puede ser difícil física y emocionalmente. Los trastornos sexuales son muy comunes y en la mayoría de los casos se pueden tratar.

La disfunción sexual es la incapacidad de llevar a cabo el acto sexual de manera satisfactoria. La dificultad puede darse en cualquiera de las etapas de la respuesta sexual humana. Estas etapas son la fase de deseo, excitación, meseta, orgasmo y resolución.

La disfunción sexual femenina está relacionada con dolor durante el coito, contracción involuntaria y dolorosa de los músculos que rodean la vagina, falta de interés o deseo en el sexo y problemas relacionados con la excitación o el orgasmo.

Los principales tipos de disfunción sexual en los hombres son la disfunción eréctil, es decir la dificultad para tener o mantener una erección; la eyaculación precoz, cuando se llega al orgasmo demasiado rápido; la eyaculación retardada o inhibida, que es cuando se llega al orgasmo demasiado despacio o ni siquiera se llegar a tenerlo.

Hay muchas cosas que pueden provocar una disfunción sexual y para muchas personas existe más de una causa. Las causas más comunes incluyen cosas como el estrés, miedo o ansiedad relacionado con el sexo, consumo de tabaco, alcohol y drogas, altos o bajos niveles hormonales, problemas de salud mental, como por ejemplo depresión, haber experimentado agresión sexual o trauma en el pasado, problemas en la relación o con la pareja, ciertos tratamientos y medicamentos, menopausia, embarazo, parto o lactancia recientes, problemas médicos como cáncer, diabetes, problemas de corazón, esclerosis múltiple o problemas de vejiga.

Las disfunciones sexuales también incluyen trastorno del deseo sexual hipoactivo, trastorno o disfunción orgásmicos y trastorno de excitación genital.

Los trastornos del deseo sexual se clasifican en deseo sexual inhibido o hipoactivo. Puede aparecer tanto en hombres como en mujeres. En estas personas existe un bajo interés sexual, ya que no sienten necesidad de desarrollar comportamientos sexuales ni tampoco hay excitación ante situaciones que normalmente activarían la respuesta sexual del individuo. En este tipo de trastorno no existen fantasías sexuales ni tampoco masturbación. Puede deberse a una condición médica, que incluyen entre otros niveles hormonales, efectos secundarios de medicamentos que pueden disminuir el deseo, etc., o bien, a factores psicológicos de tipo estados depresivos, de ansiedad y estrés, baja autoestima, imagen corporal negativa, falta de erotismo y fantasías dentro de la relación de pareja, entre otros muchos.

Otra es la animadversión al sexo, que es un estado de extrema ansiedad o pánico ante la idea de mantener cualquier tipo de relación sexual que limita al individuo a desarrollar una intimida erótica normal. Es más frecuente en mujeres que en hombres y puede ocasionar un gran deterioro en la vida de quienes la padecen. Su origen puede estar en experiencias traumáticas de tipo abuso sexual en la infancia, violación, o bien, se ha podido desarrollar como consecuencia de repetidas experiencias de dolor en las relaciones sexuales. Una educación represiva con respecto al sexo también podría desencadenar su rechazo, pues surge una reacción de aborrecimiento que impulsa al individuo a evitar cualquier tipo de circunstancia que se relacione con el sexo.

Otra forma de trastorno es la adicción sexual, que es la necesidad o dependencia de llevar a cabo comportamientos sexuales a cualquier hora del día y en cualquier lugar de manera que pueden llegar a interferir en las relaciones personales, sociales y laborales del individuo y genera sentimientos de culpa, dolor y arrepentimiento una vez que se ha llevado a cabo la conducta adictiva. Con frecuencia se hace uso de pornografía, redes sociales dirigidas al sexo en Internet, prostitución, líneas eróticas, etc.

La disfunción eréctil masculina es la incapacidad para conseguir o mantener una erección satisfactoria para el coito. Algunos aspectos sugieren una causa física en su origen, como problemas cardiovasculares, endocrinos o neurológicos, consumo de medicamentos asociados a la disfunción eréctil, etc.

Sin embargo, si existen erecciones matinales o auto estimuladas, un cambio importante en la vida actual, dificultades en la relación de pareja, así como problemas psicológicos puede ser indicativo de un factor psicológico asociado a la disfunción. Los sentimientos de culpa, el miedo al fracaso en la relación sexual, la falta de comunicación con la pareja, la disminución del erotismo previo al coito, son algunos de los factores que pueden mantener la disfunción eréctil.

El trastorno de la excitación genital persistente en mujeres se caracteriza por una excitación física genital excesiva y no deseada, que implica un aumento del riego sanguíneo en los órganos genitales y un aumento de las secreciones vaginales, sin ningún deseo e interés de actividad sexual. La vivencia de esta excitación se describe en muchas mujeres como desagradable al no ser elegida ni controlada. La excitación no desaparece tras un orgasmo y puede persistir durante horas e incluso días.

Se desconoce la causa del trastorno de excitación genital persistente, pero puede estar desencadenado por la actividad sexual o no sexual o por la ausencia de estímulos aparentes. La ansiedad y la preocupación por cuándo se repetirá el trastorno pueden perpetuarlo.

Sin embargo, algunos estudios han concluido que los síntomas de trastorno de excitación genital persistente pueden deberse a un problema en el sistema nervioso central. A veces, una raíz nerviosa, parte del nervio que entra o sale de la columna, se irrita debido a una lesión en la parte baja de la espalda. Esta raíz nerviosa irritada se activa independientemente de la voluntad del paciente, enviando información sensorial a la médula espinal desde la región genital del cuerpo. Cuando esto sucede, el cerebro piensa que esta información sensorial que proviene de la región genital es excitación. Por lo tanto, la paciente puede tener sentimientos continuos de excitación genital incluso cuando sus genitales están normales y no está mentalmente excitada.

 

Juan Guillermo Londoño Berrío

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