Redactado por un cliente de #AileenMar

Es miércoles en la mañana, como siempre, él se despierta agradeciendo a Dios por su vida. Es día de trabajo, por lo cual se para de su cama y se estira como los gatos dejando a un lado la pereza, abriendo además su teléfono para revisar la agenda y un poco de redes sociales; debe sacar tiempo para todo.

Es día de placer, de relajación, de masajes, de hacer algo más por él, y regalarse amor propio de la manera que a él más le gusta, definitivamente es un día especial, es un día lleno de esperanza. Y ahí esta ella. Tan cumplida y profesional, tan única y exclusiva, tan llena de optimismo con su voz aguda pero segura, con sus palabras precisas y puntuales, pero con la convicción de que será un súper encuentro.

Buenos días, confirmado para hoy? Pregunta ella, tirando esa primera flecha, esa iniciativa que encanta y seduce, esas palabras que a un hombre invitan y llevan, eso que genera curiosidad y ganas… no es la primera vez, Eduard tiene la serotonina a tope, esas ganas de verla con la intención única y real de sentirla, la emoción de volverla a ver, de volverse a encontrar. Aún recuerda como en ese último masaje cada caricia, cada roce cuerpo a cuerpo lo excitaban, en el pasar de cada placentero minuto, las manos de ella tan delicadas, tan curiosas tan sugestivas, pasaban de un lado a otro, subiendo ese calor corporal y esas ganas de su boca, de sus labios, de su vagina y sus senos únicos en punta de diamante, jóvenes y naturales. Ella lo vuelve definitivamente loco. Por eso este nuevo día tiene un sello propio, un momento único muy importante para él.

Eduard se toma tiempo para elegir que ropa ponerse, quiere sentirse lindo, admirado, deseado, es complaciente y no es egoísta, quiere estar a la altura para ese nuevo encuentro, ese momento tan de él, en el que solo quiere que todo salga perfecto. Relajarse pero también proporcionar gusto y placer, pues es lo que lo hace más feliz y lo que más le despierta ese lado lujurioso, de excesos y sentidos que solo esa mujer produce, ella le gusta.

Si, Aileen, si voy, confirmado. Allá estaré puntualmente respondió Eduard, más comprometido con su fantasía que cualquier otro, el la sueña, él la lee, a él le gusta lo que ella hace, pero esta vez él quiere hacerle lo mucho o poco que ella le ha enseñado. Por eso quiere saber más de esa maravillosa mujer, que se encuentra tras esos masajes y esas redes encantadoras que  lo atrapan como los ojos miel, y ese lunar en su rostro, que la iluminan y la llenan de magia, con cada idea, con su contenido, con sus anécdotas y proyectos que a él le ponen a volar su imaginación.

Él quiere estar preparado, por eso recibe un baño de agua fría, y lentamente pasa la cuchilla puliendo su barba, luego empieza a tocarse y a untarse en cada rincón de su cuerpo un jabón corporal que huela delicioso, a hombre, a macho, quiere que ella lo sienta y lo perciba, a él le gusta compartir y no ser egoísta. Luego con la misma cuchilla empieza el ritual. Su pene esta erecto, expectante sabe que sus manos hoy lo van a tocar. Por eso de un lado a otro, con cuidado y delicadamente Eduard lo deja como el cree que será más rico para ella.

Por fin 11: 45 am, llegó la hora, él toma aire y sube esas escalas hacia ese discreto tercer piso, llegando a su oficina. Hola te estaba esperando – saludando cortésmente, él no puede parar de mirarla de pies a cabeza, el silencio y la pena se apoderan un poco de su actuar, aunque él quiere hacerle el quite. Traje uvas y queso azul, una bobadita para que disfrutemos – saliéndose de esa ingenua timidez que poquitas personas logran.

De su oficina a la camilla de masajes, es un corredor muy corto, pero ese primer minuto él quiere que el tiempo se detenga que el reloj no marque que las horas se estacionen, que todo sea más largo. La tiene en frente, ella es imponente, de vestido elegante y con zapatos altos, ella es un imán de sensaciones… recibe con cariño todo lo que le das; una palabra, una buena conversación, un consejo, una inquietud. Todo lo hace con entrega y amor. Y el vino? Pregunta Eduard queriendo ponerle sabor al momento, él sabe que a ella le encanta y es un detalle que no puede faltar, es hora de almuerzo y ya viene el plato fuerte. 

Como buena anfitriona, inmediatamente se dirige por dos copas de vino. Ponte cómodo ya regreso – exclamo Aileen atendiendo al pedido, Un momento en el que a Eduard, se le pasa todo por su mente, que trae puesto abajo? Hoy como será el masaje? Que quiere ella de mí? Le habre gustado? Huelo rico?, de todo absolutamente todo pada por su cabeza, más porque quiere que ella esté sintiéndolo mismo, y además creérselo.

Mientras tanto ella va más allá; las copas de vino están acompañadas de un delicioso queso azul, y todo ese fuego de su delicada bata verde oscura hacen de ese momento inicial único, ya está cambiada, ya está lista, tanto que ni una disculpa por los cubiertos desechables dañan la ocasión, denotando autenticidad, transparencia, y mostrándose como es; y el sintiéndose un hombre importante y especial en ese instante por el que ha venido a disfrutar con ella.

Musica apropiada, miradas que no necesitan explicación juegos de palabras van de un lado a otro, la camilla está en el centro, la luz sobria y él boca abajo, por fin empieza el masaje, tod fluye, todo toma su tiempo y ella es una especialista, empieza por los pies, luego gemelos, sube lentamente con la yema de sus dedos por cada rincón del cuerpo de Eduard, él se siente bien, se tiene confianza, se siente lindo y preparado, tiene siempre las mejores intenciones, su respiración es profunda y en frente tiene un espejo que deja ver a esa dama, a esa mujersota sobre su espalda desnuda como leona asechando su presa, dócil, tierna e inmóvil. Así se siente él, con ganas de tocar, con ganas de interactuar pero también aguantando cada sensación y cosquilleo, porque los limites existen, porque lo prohibido atrae, porque lo más duro es no hacerlo, todo es profesional. Él dejarla hacer su trabajo y ella suministrando una alta dosis de placer, sensualidad y relajación.

Eres deliciosa Aileen, que delicia sentirse vivo, qué masajes más ricos, me encanta lo que haces. Los calificativos y elogios son poco para lo que él siente en ese instante. Hay mucha concentración, hay mucha química, él quiere transmitirle todo a ella, consiguiendo en ese momento lo que él tenía en mente. Quería tocarla, masajearla cambiar los papeles y darle gusto.

En voz baja los dos se decían cosas, ella le indica con delicadeza y con la claridad y objetividad que quería puntualmente. Bríndame un masaje, desde los pies subiendo lentamente hacia el resto de mi cuerpo, quiero que me toques la vagina suavemente y me introduzcas por encima los dedos regando por favor el lubricante, luego concéntrate mucho en mis senos, quiero que los toques mucho… atónito Eduard no sabe por dónde empezar, se le está cumpliendo una fantasía. Él había esperado eso, él quería que todo lo que ella le decía pasara, asi que sin dudarlo un minuto, se empezó a jugar una final. 

No podía creer que en frente tenia completamente desnuda a la mujer con la que fantaseaba, con la que hace tan solo unos pocos días, solo leia e imaginaba, acariciaba su cuerpo, como ella lo pidió y haciéndola tarea como estudiante a su clase, nada le podía faltar, su vagina estaba húmeda, el aromas a sexo se sentía a flor de piel, el calor de la camilla cada vez subía, aceites, sudor, miradas, palabras. Los dos estaban dándolo mejor de sí. Adicional a sus caricias se ayuda estimulando su vagina con uno de sus juguetes favoritos… ese que él quería reemplazar, ese que logra lo que su pene no puede, ese que le genero curiosidad en la primera cita, porque causo intriga a ese gato instintivo que lleva por dentro.

Los dos, posados sobre la camilla se miraban, y estando frente a frente, Aileen dejó a un lado el vibrador, cogiendo su pene aplicando esas técnicas de masturbación del que ningún orgasmo y eyaculación pueden escaparse. El punto estaba muy alto, su estómago cosquilleaba. Un momento de clímax y de éxtasis vivió eduard cuando esas delicadas manos recibieron el semen que salía expulsado sin control de su pene… Qué rico venirme por ti Aileen, exclamó exhausto pero con la satisfacción de haberlo dado todo, Al final, finalizó diciendo lo que quería – TE AMO AILEEN, a mi manera, en este momento, me siento orgullo de ti y te admiro. Ella sonrió y profesionalmente respondió, la próxima vez será mucho mejor. Qué bien la pasamos. 

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