La mayoría de las personas piensan que los genitales son las únicas zonas sensibles que tiene el cuerpo humano, pero no es así. De hecho, también se puede llegar al orgasmo estimulando otras partes del cuerpo, llamadas zonas erógenas.
Las zonas erógenas son aquellas partes de nuestro cuerpo que, si se estimulan adecuadamente, tiene como resultado la excitación sexual, producen placer, y llevan al orgasmo. En cada persona existen distintas zonas del cuerpo que pueden resultar erógenas y en diferente grado. Suelen asociarse a lugares que presentan más cantidad de terminaciones nerviosas y, por ello, tienen una mayor sensibilidad, y son diferentes de los órganos genitales.
Las zonas erógenas existen, pero son diferentes en cada persona y puede decirse que en realidad todo el cuerpo puede ser considerado una zona erógena, pues la sensación táctil reposa en la piel, que es sin duda el órgano más grande y sensible del cuerpo humano.
Algunas partes del cuerpo, como las manos y los labios, por ejemplo, son más sensibles que otras, pero según diversos estudios realizados por psicólogos y sexólogos las partes más sensitivas en la mujer, de mayor a menor, son en su orden el clítoris, la vagina, los labios, el cuello, los pechos, los pezones, la parte interna de los muslos, la nuca, las orejas y finalmente las caderas.
En las mujeres, el clítoris es la principal zona erógena del cuerpo, ya que desde el punto de vista orgánico su única función consiste en proporcionar placer sexual. Al igual que el pene masculino, es también eréctil y tiene más terminaciones nerviosas que cualquier otra zona del cuerpo femenino. Su estimulación directa produce una gran excitación que puede desencadenar en el orgasmo.
En las mujeres, el vientre y el costado también pueden provocar excitación si se acarician o estimulan suavemente. Contrariamente a lo que se cree, los glúteos o las caderas no son una de las partes del cuerpo más erógenas para una mujer, pero las curvas corporales que se generan en la figura femenina sí son un claro estímulo sexual para muchos hombres.
En general, las extremidades, como los brazos o las piernas, y los pies y los tobillos no se consideran zonas erógenas, pero en algunas culturas el tobillo y el pie femenino son partes del cuerpo especialmente sensuales. Realizar un suave masaje en la planta del pie, ascendiendo por los tobillos y las piernas hasta llegar al interior de los muslos y recorrer esa parte del cuerpo con un dedo puede resultar sumamente estimulante.
Otra zona erógena, tanto para los hombres como las mujeres, es la parte baja de la espalda, en la que se concentran muchas terminaciones nerviosas. Empezar por besar la nuca y descender hasta la parte lumbar puede provocar excitación sexual y aumentar el flujo de sangre hacia la pelvis.
La vulva está constituida por las partes del aparato genital femenino que son visibles. En ella se concentran muchas terminaciones nerviosas y, por eso, al ser adecuadamente acariciadas, producen una sensación muy placentera.
Los pies están llenos de terminaciones nerviosas. Un suave masaje en la planta del pie, siguiendo por los tobillos y las piernas hasta llegar al interior de los muslos puede ser muy excitante.
En lo que se refiere a los pechos, éstos son unos de los puntos más sensibles en las mujeres y de hecho son una de sus principales zonas erógenas. Aunque en cada mujer puede cambiar el modo de estimulación más satisfactorio con caricias muy leves, apretando suavemente los pezones erectos o presionando con toda la mano, entre otras cosas.
Los pezones no solo son un punto erógeno en la mujer, sino que cumplen la misma función en el hombre. Son zonas muy estimulantes, que pueden despertar fácilmente el instinto sexual siempre que se estimulen con delicadeza. Acariciarlos, incluso lamerlos, puede lograr que por todo el cuerpo se tenga una sensación eléctrica entre placer y cosquilleo, siempre agradable y, por supuesto, excitante.
Si hablamos de caricias, el cuello, el antebrazo y el margen vaginal en el caso femenino son las áreas más sensitivas, y la areola, la que menos. El clítoris y el pezón son las partes más sensibles a la presión; los pechos y el abdomen las que menos. También el clítoris y los pezones son las partes más sensibles a la vibración.
En el caso de los hombres en primer lugar se encuentra el pene, seguido de los labios, los testículos, la parte interna de los muslos, el cuello, las tetillas, el perineo, la nuca y las orejas.
La zona erógena del hombre por excelencia es el pene, que es la parte del órgano reproductor masculino, y es en donde más terminaciones nerviosas se acumulan, las cuáles se pueden estimular fácilmente durante el acto sexual. La parte donde se encuentra el frenillo es la más sensible, por lo que causa una gran excitación cuando se estimula
En los hombres el pene, el tronco del pene, los testículos, la zona perianal y el glande son zonas muy erotizadas. Las piernas del hombre también son una zona de gran sensibilidad, aptas para producirle excitación sobre todo si se sabe llegar lentamente hasta su parte más íntima.
Se puede subir mucho la temperatura con un masaje que vaya ascendiendo hacia la zona genital, pero sin llegar a tocarla muy pronto. Hay que hacer que el momento sea emocionante, para lograr que la excitación vaya en aumento progresivamente.
Los lóbulos y la parte trasera de las orejas son también muy sensibles, en los hombres.
Los labios es otra de las zonas erógenas que obviamente corresponden a los besos y lamidos. Son los primeros órganos que pueden ser excitados para continuar con el resto de las zonas de la piel. La sensibilidad de los labios aumenta con la excitación, haciéndolos muy sensibles al roce y la caricia de otros labios y otras partes del cuerpo. Para muchas personas es el medio para obtener los juegos sexuales más sensuales y excitantes.
Juan Guillermo Londoño Berrío